And then, everything explodes, and I couldn't even take breathe.
Stay with me, call my name,
but he was running out of time,
everything explodes, and my world, my feelings, make all bigger,
and I couldn't even take breathe...
Please, call my name.
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lunes, 7 de enero de 2013
Pensamientos cometas.
Y creo que muero si no siento el rock de tu cuerpo,
y creo que muero si recuerdo esos ojos que al mirarlos me hacen daño.
y creo que muero si recuerdo esos ojos que al mirarlos me hacen daño.
lunes, 20 de agosto de 2012
Cartas para el olvido.
Cuando miro en tus ojos veo reflejada la eternidad. No somos
perfectos. Tú no es perfecto, yo no soy perfecta, pero si lo fuésemos estoy
segura de que la vida non sería tan interesante. Hay un poema que reza así:
Un beso tuyo es como un golpe seco en la nuca.
Y eso es justo lo que yo siento. Me quedo sin aire, se me
hiela la sangre y se me vacía el cerebro.
Sé que esta euforia que siento nada más verte, nada más besarte,
pasará con el tiempo y con la rutina, pero creo que cuando ese momento llegue,
una nueva etapa comenzará y que, en lugar de besos eufóricos, aparecerán un
compañerismo e una complicidad que muchos jamás alcanzarán. Deseo que esto
ocurra, aunque todo a su tiempo. No quero ensimismarme, sino ser la razón de tu
ensimismamiento. A veces hasta me gusta discutir contigo, porque sé que después
de la riña llegará a conciliación, y no hay un momento más dulce a tu lado.
Quizás por eso la gente diga que cuanto más grande es el reto, más grande es la
victoria. Y sé que nosotros les ganaremos a los demonios de la estupidez y la
irreflexión y pasaremos por delante de ellos, con un gesto tal de felicidad en
los ojos que casi será coma si les sacáramos la lengua. En tu sonrisa puedo ver
justo ahí, en el interior del labio izquierdo un beso. El beso del que nunca te
desprendiste, ni siquiera conmigo. Ahora escúchame bien, porque lo que te voy a
decir es muy importante: Guárdalo, guárdalo como si tu boca fuese una caja fuerte,
guárdalo para cuando tengamos ochenta años y sigamos juntos, siempre juntos.
Duelo a muerte.
Era una batalla difícil de ganar. Los sueños de él, contra
la sed de sangre del otro.
Comenzó el duelo.
Le deseé suerte, pero nada de eso sirvió. Al fin y al cabo,
la muerte tiene siempre la última palabra.
-Cariño, bésame…
Vi sus labios azules, y su palidez, propia de alguien que ha
batallado contra el mismo diablo. Sentí su rigidez, propia de un valiente
derrocado en combate y, finalmente,
le besé.
domingo, 19 de agosto de 2012
Sensaciones que creía olvidadas.
Aún noto en mis manos el calor de las tuyas,
Aún conservo en mis oídos la música de tus palabras,
Aún siento a mi lado un resplandor azulado que brilla.
Aquel mismo resplandor que dejaron tus ojos al mirarme.
En el vacío de tu ausencia encontré mis lamentos.
Desde aquella noche noto tu ausencia en mi cama,
Un enorme vacío que me abraza.
Echo de menos sentir tu calor y tu respiración a mi lado,
Envolviéndome.
Te quiero, aunque a veces no sepa demostrártelo,
Aunque no estemos juntos durante todo el tiempo que me
gustaría.
La atracción y la soledad de los opuestos.
Giraban en amplios círculos, con los ojos cerrados; en el mundo no existía nadie más, mientras tenían la sensación de que las estaciones giraban alrededor de ellos, rodeándolos con la suave brisa de la primavera, los cálidos rayos de sol veraniegos... Casi podían sentir los delicados copos de nieve derritiéndose en sus labios, en sus pestañas; apreciaban la caída de las hojas, amarillentas y desgastadas, de las que los árboles se desprenden en otoño. Una elegante vuelta tras otra, siempre unidos por la pureza de sus manos y las extensiones de sus almas, que parecían entrelazarse en los más alto del cielo, en un lugar dulce y cálido. Él podía escuchar la leve risa de ella, veía como fruncía sus labios color fresa en aquella sonrisa perfecta, podía ver cada detalle suyo; sus elegantes omóplatos levemente descubiertos por el precioso vestido negro que él mismo le había regalado apenas unas horas atrás. Sabía que aquello no duraría; que no era posible. Eran tan diferentes... En cambio, allí estaban. Tan solo dos personas en un determinado momento y en un preciso lugar.
No dejaría que la tristeza lo invadiera; no ahora, con ella entre sus brazos, sintiendo su latir eufórico en el pecho, con los pies moviéndose al compás de la canción que ya invadía todo su espíritu.
No dejaría que la tristeza lo invadiera; no ahora, con ella entre sus brazos, sintiendo su latir eufórico en el pecho, con los pies moviéndose al compás de la canción que ya invadía todo su espíritu.
El eco de una noche.
Pude escuchar el triste lamento de un columpio empujado por la brisa nocturna, en medio de una ciudad perdida entre las sombras frías del anochecer, con el fondo naranja oscurecido y alumbrado por tan sólo un par de estrellas que relucen. Entonces me pregunté dónde demonios podrías estar.
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